ANDREA PASCO MORENO
Coordinadora de Cine y Otras Expresiones (sección Cultural) y de la sección Testimonios.
“Cuando estés aquí, reinarás sobre todos cuantos viven y se mueven y alcanzarás entre los inmortales los mayores honores. Habrá por siempre un castigo para los que te injurien, los que no traten de propiciarse tu ánimo con sacrificios, celebrando los ritos piadosamente y ofreciéndote los dones que te son propios” – Hades a Perséfone. Himnos Homéricos. La Batracomiomaquia. Introducción, traducción y notas, Alberto Bernabé Pajares. Madrid: Gredos. 1978. [2001]
Así comienza el Comic digital “Cuentos del Olimpo” o “Lore Olympus”, creado, ilustrado y escrito por la autora Rachel Smythe, cuya lectura se puede disfrutar en la plataforma Webtoon. En resumen, la obra está inspirada en historias de la mitología griega, siendo uno de los personajes principales Perséfone; pero, además, el relato está ambientado y adecuado a una época moderna, por no decir, los tiempos de la actualidad. Aquí, los dioses y diosas, seres mágicos y fantásticos van a trabajar, asisten a centros de estudios, salen a divertirse a discotecas, se enamoran, bailan, cantan, lloran y un gran etcétera. Es decir, la vida al estilo más humano, que hasta el toque “divino” se dispersa con las múltiples facetas y relaciones interpersonales que vamos descubriendo de los personajes. Todo ello se deja entrever por su autora al presentar la historia:
“Sé testigo de lo que los dioses hacen… después del atardecer. Las amistades y las mentiras, los chismes y las fiestas salvajes y por supuesto, los amores prohibidos. Parece ser que los dioses no son muy diferentes a nosotros, especialmente cuando se meten en problemas. Esta historia súper adictiva y con mucho estilo es una de las mejores de la mitología, vista desde los ojos de Perséfone, como nunca la habías visto.”
Cabe recalcar que, Cuentos del Olimpo, aun con una historia versátil y moderna, el cual se agrega al estilo llamativo y dulce de los dibujos y trazos de la autora, que terminan captando a un público adolescentes y joven, en realidad no se ajusta a una “historia de amor adolescente” estándar. Para entenderse, en los filmes de “amor adolescente” es una constante encontrarse con ciertos elementos no deseables, como son el de amores tóxicos tristemente romantizados, problemas interpersonales muy poco realistas, una construcción de personajes poco o demasiado fugaces que no termina por calcar un mensaje de madurez. De cualquier forma, sin ofender a quien tenga afición por este modelo de filmes con tales características, la presencia de los mismos reposa más en aquel producto que nos ayuda a simplemente pasar el tiempo – aunque sigue siendo un ruido la romantización de relaciones violentas y tóxicas -. Por el contrario, Cuentos del Olimpo aunque tiene la premisa del romance y esta dirigida a adolescentes y jóvenes, va más allá del disfrute. De hecho, le hace justicia a la frase de la autora “los dioses no son muy diferentes a nosotros, especialmente cuando se meten en problemas”, ya que recoge y desarrolla de nuestra cotidianidad problemas de tal sensibilidad que muchas veces en los films no son abordados adecuadamente o pocos realmente lo hacen: las relaciones tóxicas, el mito de la virginidad, la infidelidad, los abusos, la manipulación, la imagen que proyecta e impone la familia y la sociedad, entre otras.
En ese sentido, la historia de “Cuentos del Olimpo” se desprende de su “divinidad”, de lo inalcanzable y lo perfecto, acerca la mitología en su forma más moderna, porque humana lo fue desde antes, no por nada se decía que los dioses griegos parecían más humanos – con poderes – que dioses mismos. En este acercamiento, la autora expone problemáticas sociales como las descritas líneas arriba, pero en esta oportunidad es de destacar una de las que principalmente enfrenta la protagonista – en casi silencio – a lo largo de la historia: el abuso sexual.
Smythe le da voz y espacio a un personaje que tan pocas líneas ha tenido en la mitología griega y tampoco olvida su sufrimiento
Perséfone desde la mitología griega es un personaje que enfrenta el abuso desde el primer momento que se habla de ella. En las historias, se habla del señor Hades, dios del inframundo, secuestrando a su sobrina para tomarla como esposa, también del engaño de Zeus, el dios del Olimpo, al transformarse en su hermano Hades para aprovecharse de ella; casi nada se dice del agobio de Perséfone. No obstante, aquí, Smythe le da voz y espacio a un personaje que tan pocas líneas ha tenido en la mitología griega y tampoco olvida su sufrimiento. En la historia, Hades no la secuestra ni tiene intenciones de abusar de ella, lo vemos desde los primeros capítulos, desde que la encuentra en estado de inconciencia luego de una fiesta para dejarla en paz descansando en su cama. Sin embargo, aunque no está plasmado así en la mitología griega, el agresor de nuestra protagonista es el dios de la luz, Apolo.
En el capítulo 22 “Gracias, pero no” Perséfone conoce a Apolo, hermano de su amiga y compañera con quien convive, Atenea. Desde un primer momento es visible la incomodidad de Perséfone hacia Apolo, mientras este último pretende mostrarse como un chico guapo y “buena onda”. En el auto, Perséfone conversa con sus amigos, Atenea y Hermes, de su grata experiencia en el inframundo y la buena persona que resulto ser Hades con ella – a pesar de los chismes y comentarios que se escucha de la gente -. Perséfone está feliz de haber hecho un nuevo amigo, pero Apolo, molesto por los comentarios, afirma que el comportamiento de Hades no tiene otra finalidad que el de acostarse con ella – cuando, en definitiva, esta conclusión parte más de los objetivos del propio Apolo-.
A partir de aquí, vemos actitudes sexistas del dios de la luz no solo hacia a Perséfone, también hacia su hermana “¿Qué clase de ropa es esa? Se te ve hasta el ombligo. Quizás deberías taparte un poco.” Así, volviendo con la relación entre Perséfone y Apolo en la historia, en el siguiente capítulo trata él de justificar su comportamiento en razón del estrés laboral y por la frustración de no haber podido “protegerla” en esa fiesta en el que se encontró con Hades y terminó durmiendo en la casa de este – durmiendo plácidamente. Este comportamiento va subiendo en escalas de violencia, donde luego de curar a Perséfone de un corte de cuchillo y al ver que ella ya no está molesta por sus comentarios, se da con el derecho de tomarse unas fotos no consentidas con ella – y que luego las publica -.
Finalmente pasamos al capítulo 24, momento en que Apolo ingresa a la habitación de Perséfone y la viola. Perséfone acababa de despertar a mitad de la noche, nunca dijo que quería, nunca dijo que lo deseaba. Sin embargo, bajo la presión que Apolo ejerce hacia ella, Perséfone se resigna, no disfruta, manifiesta muchas dudas y cosas que la incomodan, Apolo hace oído sordo.
“¿Eso hice? ¿Me gusta esto? No puedo pensar bien”.
Perséfone siente muchas contradicciones consigo misma, ella es una chica que vivió continuamente en la sobreprotección de su madre, obligada a la virginidad perpetua para poder estudiar y a toda regla que la madre Deméter exija.
“Estoy tan confundida ¡¿Una puerta!? Antes no estaba ahí. Esta elección podría ser mía. No parece ser buena. Pero al menos será mía.”
Sin embargo, entre trazos negros que surgen de la boca de Perséfone – como si se estuviera ahogando – dice para si que quiere terminar con la pesadilla. Entre esa amalgama de emociones donde se culpa a sí misma de su sufrimiento.
“¿Por qué acepté hacerlo? Ya no quiero seguir…”
El capitulo es desgarrador, duro de leer y visualmente doloroso, nada separado de la realidad, donde el consentimiento únicamente debería ser entendido bajo la aceptación expresa y plena. Pero, además, la autora no solo le da voz a la victima de abuso, también nos muestra al agresor. Apolo no es visualmente un hombre horrible, es el dios de la luz – también relacionado a la música y el arte –, es el hermano de su mejor amiga, es quien le ayudo a sanar la herida de su mano. En otras palabras, Apolo no es un monstruo, y por tal, es totalmente consciente de lo que hace, es alguien real.
Esto se menciona, porque ocurre dentro la opinión pública comentarios que refieren que los abusadores sexuales suelen verse como monstruos, personas que no tienen cordura, donde la salud mental esta destruida, personas totalmente ajenas a nosotrxs y a lxs que conocemos. Sin embargo, la autora nos muestra que los abusadores sexuales también pueden ser amigos, pueden ser familia, pueden ser pareja, pueden curarte una herida, porque lo que está detrás del abuso no es un monstruo, sino otro ser humano que esta cosificando a su víctima.
Sobre este tema, Rita Segato no explica que el discurso de los violadores no siempre se basa en el deseo sexual – o al menos no es este el factor que dicta el comportamiento, ya que el deseo sexual perse no es negativo -, sino en una triple referencia:
- La violación sexual como castigo o venganza contra la mujer genérica que salió de su posición de subordinación.
- La violación sexual como agresión o afrenta contra otro hombre, donde la mujer es propiedad usurpada del hombre (“Los hombres violan lo que otros hombres poseen”).
- La violación sexual como demostración de fuerza y virilidad ante una comunidad de pares. (2003, pp. 31-33)
En la historia, Perséfone se niega a estar con Apolo, aunque él se presenta como su “protector” de los demás hombres, en especial, con Hades. Por ello, el que Perséfone muestre cercanía y empatía por Hades, para Apolo implica más un “peligro”. No obstante, ese peligro no está dirigido realmente a ella, sino hacia él, la amistad de Perséfone y Hades ataca su virilidad y su derecho de poder apropiarse de Perséfone. Además, Apolo es un personaje que no tiene intención alguna de saber lo que realmente desea Perséfone, la presiona, la viola y toma fotografías del acto, faltaba solo que se enorgulleciera de sí mismo cual logro – porque ahora pudo demostrar nuevamente su virilidad -.
“Abrumada, ¿no? Es entendible. Causo ese efecto en las personas”
Este capítulo termina con una Perséfone cortándose el cabello y en lágrimas, porque el autocastigo y la atribución de culpa de lo que les ocurrió muchas veces queda en las víctimas.
Podríamos preguntarnos también, y en el Perú, ¿Cuántas están sufriendo – acaso en silencio -? De acuerdo al Portal Estadístico del Programa Nacional Aurora, son 12 054 casos de violencia sexual atendido por CEM a nivel nacional en el periodo de enero y julio de este año, de los cuales el 69,4% se trata de niñas, niños y adolescentes[1]. Este salto de la ficción a nuestra realidad es tan duro como las palabras que la autora transmite a través de Perséfone, porque muchas veces desde las redes sociales estigmatizamos a las víctimas y transformamos en monstruos imaginarios a los abusadores, pero Smythe aprovecha por medio del arte para visibilizar a la victima y victimario. Si Smythe pudo darle voz a un personaje opacado de la mitología griega para visibilizar el abuso que ha sufrido de los demás dioses griegos, entonces nosotrxs podemos escuchar a las víctimas y sumar en la exigencia de justicia para ellas.
Referencias:
Segato, R. (2013). Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.
*Las imágenes son extraídas del capítulo 24 del comic digital “Cuentos del Olimpo” .
[1] Formas de la Violencia (Enero – Julio) 2021. https://portalestadistico.pe/formas-de-la-violencia-2021/