ESCRITO POR:
SEBASTIÁN PAZ MIURA
Bachiller en Derecho de la PUCP y cofundador de Radicales Libres
Perdón Allende, porque el pasado 11 de setiembre debimos recordarte y no fue así.
Para muchos, la figura de Salvador Allende podría no significar nada. Al fin y al cabo, es una figura histórica, de un país ajeno – hasta «enemigo»-, de una realidad distinta. Dedicar las siguientes líneas a un fallecido ex presidente chileno, en tiempos en los que nuestra propia democracia se siente tan endeble, podría carecer de sentido para muchas personas, sin embargo, esas críticas solo piensan en Allende como un hombre. Para América Latina, Allende debe ser entendido como una idea.
Todos conocemos como se dio el final de la vida de este memorable personaje. Hoy en día, también, sabemos, que ese final no fue fortuito y que, definitivamente, no era el ejercito chileno, el que a través de la toma del poder, expresaba su descontento, sino que existieron muchos otros intereses detrás de este hecho. Todos conocemos las circunstancias de su muerte, pero ahora, importa ocuparnos aún más del inicio de su vida, su vida política.
En 1933, Salvador Allende participó en la fundación del Partido Socialista de Chile. Entre el 28 de septiembre de 1939 y el 2 de abril de 1942, fue ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Mas adelante sería elegido senador en las elecciones parlamentarias de marzo de 1945, cargo en el cual se reeligió en 1953, 1961 y 1969, completando una carrera parlamentaria de cerca de treinta años. Es en 1970 del 4 de septiembre que es electo Presidente de la República de Chile. Significativo por tratarse del primer candidato marxista en occidente que ha llegado a la presidencia de la República a través de las urnas.
Es así que, a fin de instaurar el socialismo por la vía democrática, algunas de las acciones políticas durante su gobierno fue la aprobación, por el Parlamento, de la Ley para la Nacionalización de la Gran Minería del cobre. En el aspecto económico, se instauró una política de acentuada en la redistribución del ingreso y de reactivación de la economía. Por otro lado, la Ley de Reforma Agraria, aprobada durante la presidencia de Eduardo Frei Montalva, le permitió avanzar rápido en la expropiación de grandes latifundios. En el ámbito de las relaciones internacionales, se restablecieron las relaciones bilaterales con Cuba y se iniciaron, por primera vez, relaciones con China, Corea del Norte, Vietnam del Norte y Alemania Oriental (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN).
Como vemos fue Salvador Allende sinónimo de un gobierno de corte de izquierda que alcanzaba el poder democráticamente. Rodeado de un contexto, nada auspicioso, los cambios tomarían tiempo, pero sin una ruptura total que llevara a su país al colapso. El mito elevado por las clases opositoras del gobierno, y aliadas del nuevo gobierno dictatorial, fue que la estabilidad del país peligraba en manos de un socialista. La historia nos dice, al día de hoy, que el colapso deviene no de la ideología de un gobierno, sino por los medios que utilizan para ejercer su poder; pues en la misma escala se encuentran los «Pinochets» que los «Hugo Chávez«.
Un 11 de setiembre del año 1973, no solo se perdieron cientos de vidas, se perdió una oportunidad, una nueva forma de hacer Estado, que tal vez pudo fallar, pero a la que no se le dio la oportunidad de intentarlo. El miedo que pervive hasta nuestros días, golpeó de lleno a la élite económica de un país, y luego de ver su propaganda desperdiciada durante las elecciones, entendieron que la única forma de preservarse era atacando, apoyados por un «ejército servil y traidor», en palabras del propio Allende. Perfecto caldo de cultivo generado por una serie de manifestaciones gestadas en parte con financiamiento de la Agencia de Inteligencia Central de los Estados Unidos.
«Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.» (Extracto del discurso final).
El día en que el proyecto de Allende se truncó, se despidió de su pueblo a través de un discurso emitido por radio Magallanes horas antes de su muerte. En esas últimas palabras no solo reafirmó que el encargo recibido a través de la gesta democrática sería defendido con su propia vida de ser necesario, sino que recordó a quienes le permitieron llegar al poder: los trabajadores de Chile. Un grupo históricamente maltratado bajo el peso de un sistema que espera y demanda de ellos dedicación constante a pesar de considerarlos dispensables. El paso del tiempo tampoco permitiría que esas condiciones mejoren significativamente ni que se consolidaran diversos procesos sociales con el ingreso del nuevo gobierno.
Aquí es donde resulta importante preguntarnos ¿qué hay en las palabras de Allende que pueda resonar en nosotros hasta nuestros días? No es solo la posibilidad negada de un devenir histórico diferente y nuevas oportunidades para las sociedades de Latinoamérica; la principal preocupación dentro de sus palabras es claramente replicable al día de hoy. Esas palabras estaba dirigidas «a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños…, a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas… a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha… al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos…«
Y la lucha continúa hasta nuestros días y escapa de las fronteras de nuestro vecino del sur. Recientemente hemos visto a una multitud de miembros de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú llegar a la capital, luego de iniciar el pasado 9 de septiembre una huelga indefinida a nivel nacional, expresando primero, su rechazo a la Reforma Laboral que plantea únicamente el incremento en la precariedad de su empleo; también el miedo a la flexibilización del despido y la necesidad de extender la negociación colectiva a su rama de actividad para fortalecer su posición frente a sus empleadores. Viendo más allá de la legitimidad del reclamo en esta oportunidad y el levantamiento temporal de dicha huelga para procurar el diálogo, queremos llamar la atención del lector sobre la necesidad de dicha movilización en primer lugar. Esta movilización es solo una muestra reciente de los tantos problemas que existen en nuestro país con solo uno de los también múltiples grupos relegados en nuestra sociedad. La preocupación por el empleo y las condiciones dignas para el mismo ha existido por tanto tiempo como ha existido el concepto del trabajo asalariado, pero resulta preocupante respecto a nuestra realidad a nivel regional que los problemas que existían hace más de 30 años puedan mantenerse.
Los cambios vienen tardando mucho y se sigue relegando a las mismas personas desde hace mucho tiempo. La respuesta que se da siempre es que ello obedece claramente a que ningún gobernante se ha preocupado por atacar los problemas de fondo y que nuestro país no vive, si no sobrevive de paliativo en paliativo.
Si bien no podemos negar que es el Estado el que toma finalmente las decisiones y puede llevar adelante o frenar cualquier plan, pues el ejercicio del poder es parte de su esencia, a veces olvidamos con facilidad de que ese Estado esta compuesto por quienes nosotros hemos decidido colocar en dicha posición. La responsabilidad no termina con la satisfacción vacía de saber que personalmente no hemos elegido a los gobernantes que ahora resultan tan nocivos, prefiriendo siempre decir que es una parte del país sin memoria (o con una consciente decisión de olvidar e ignorar) la que nos ha colocado en esta posición. Ahí donde creemos que se ha hecho suficiente, en esos momentos en los que parece que se han agotado todas las vías, es donde la voz de cada uno de nosotros debe escucharse aún más, donde nuestro trabajo del día a día debe buscar impactar en la vida de los que nos rodean para orientar de mejor manera a nuestro país. Si no recae ese deber en nosotros ¿en quién sino? ¿Quién sino alzará la voz cuando nuestro país va en la dirección equivocada? No olvidemos nunca que, como nos dijo Salvador Allende, «la historia es nuestra y la hacen los pueblos». No tengamos miedo de salir y hacer nuestra la historia de nuestro país.
Fuentes:
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN. Historia Política. Salvador Allende Gossens: Reseñas Biográficas. Recuperado el 12 noviembre 2014, de https://www.bcn.cl/historiapolitica/resenas_parlamentarias/wiki/Salvador_Allende_Gossens
New York Times: «Una exhibición revela el rol de Estados Unidos en el golpe militar contra Salvador Allende» [https://www.nytimes.com/es/2017/10/17/chile-cia-golpe-allende-pinochet/] (Consultado el 13 de septiembre del 2019)
La República: [https://larepublica.pe/politica/2019/09/11/trabajadores-mineros-iniciaron-huelga-general-indefinida-a-nivel-nacional/] [https://larepublica.pe/economia/2019/09/15/trabajadores-mineros-suspenden-huelga/] (Consultadas el 16 de septiembre del 2019)
Imagen extraída de fuente: https://elcomercio.pe/lima/sucesos/trabajadores-mineros-acatan-huelga-nacional-segundo-dia-consecutivo-noticia-nndc-674894
Agradecimiento especial a Arianda Pinto Córdova y Andrea Pasco Moreno por el apoyo de recopilación de información.