Flor Esqueleto
Tenía 16 años, estaba pensando en qué hacer con mi vida una vez terminada la secundaria.
En mi test vocacional salieron 3 carreras que había estado pensando en lo profundo de mi mente, pero que no llegué a hablarlas en voz alta.
Como tercera opción: traducción.
Como segunda opción: periodismo
Como primera opción: literatura y lingüística
Con orgullo, con felicidad y con ganas de esperar una discusión sobre mi futuro y cómo podría lograr dedicarme a la literatura, decidí mostrarle los resultados a mi madre. Ella leyó todo con la rapidez que la caracteriza, casi sin prestar atención. Dejó el papel a un costado y me miró de frente
– Quieres que yo me crea esto?
Me quedé en silencio por unos segundos, no contesté la pregunta sino que decidí empujar la conversación.
– Estos son mis resultados…
– No, tú no puedes llevar ninguna de estas cosas. Estas NO son carreras, estos son HOBBIES. Esto lo puedes hacer en tu casa!!! Esto no es un trabajo!!!
– Pero los traductores….
– Los traductores NO ganan NADA!!! Cualquiera puede ser un traductor!! Tú ibas a ser una gran pediatra!!! Ibas a ir a Alemania!!! DÓNDE ESTÁ MI HIJA!?
Yo bajé la cabeza. Sentí vergüenza y pena por mí misma. ¿Acaso no era algo bueno que tenga deseos en estudiar lo que me gusta? ¿Acaso no podía seguir lo que verdaderamente me apasiona en realidad? Ni siquiera puedo imaginar atendiendo a personas toda mi vida sin quebrarme emocionalmente, pero claro… Eso ella jamás lo entendería.
– Tú solo quieres llevarlo fácil!! Tú quieres desperdiciar todo lo que he gastado en ti!! Tienes que ser una ADULTO y pensar en TU vida!! Tienes que pensar en el DINERO que vas a lograr!!! Estas son tonterías no son carreras!!! Y si osas estudiar alguna de estas carreras ¡¡¡NO TE VOY A PAGAR LA UNIVERSIDAD!!!
Me quedé fría. Ya no sentía vergüenza ni pena… Ahora sentía miedo. Alce la vista sin expresar emociones. Recogí el papel con mis resultados de la prueba vocacional y me fui a mi habitación.
No lloré, no dije nada. Solo sentía miedo por cómo iba a ser mi futuro y qué iba a pasar conmigo.
Decidí leer un libro y olvidarme del tema por el resto del día.
1 mes después
Habíamos ido a la casa de mi abuela para pasar la tarde. Iba a ser un paseo corto, sencillo, la visitábamos, madre e hija hablaban y luego regresaríamos a casa para descansar ya que era un fin de semana tranquilo.
O eso pensaba.
Llegamos y estaba el hermano de mi madre y su hija también visitando a mi abuela. Les saludamos y nos sentamos todos a conversar. Debido a que la mayoría de primos estábamos en edad de ir buscando universidades para postular, la pregunta salió naturalmente en la conversación.
– Qué carrera estás pensando estudiar?- pregunta mi tío.
Sé que debo decir la respuesta estrella, sé que debo sonreír con delicadeza, hablar con voz calmada, no mostrar un gesto molesto, fijar la mirada, sentarme derecha. Todo para que mi madre no comience con sus sermones en la noche.
Pero apenas me estoy preparando para poder tener la respuesta estrella cuando ella interrumpe.
– Ay, está niña no sabe qué estudiar!
– No querías medicina?- mi tío ahora nos pregunta a ambas.
– No sé qué le pasó que ya no quiere!!!- exclama mi madre molesta- está totalmente confundida!!!
Yo solo guardé silencio mientras la conversación se daba y yo trataba de no mostrar mi enojo o molestia.
– Literatura, traducción, esas son tonterías!!!
– No, eso no da dinero- menciona mi tío. Mi prima asiente muy decidida.
– No hay ferias en tu colegio donde puedas ver alguna carrera que te guste?- me pregunta ella.
– Ja! Ella fue a la PUCP y volvió con que quería ser cantante!!!
Me ruboricé y abrí los ojos de par en par. Solo recuerdo haber guardado el folleto de música porque me llamaba la atención saber cuáles eran las clases. Mi profesor de coro siempre había mencionado que el grupo tenía talento. Sin embargo, no era una carrera que estuviese entre mis elecciones.
– CANTANTE!?- exclaman mi tío y mi prima.
– No!! Eso no!!!- mi prima menea la cabeza
– Exactamente!! – mi madre se lleva una mano al pecho de manera dramática- yo hablé con ella y le dije: «hija, si tú tuvieses una hermosa voz, yo te apoyaría, pero no tienes nada de especial!»
Me destrozó.
Pude escuchar como mis latidos frenaron.
Pude sentir como lo poco de sangre que tenía se iba a mis mejillas
Pude sentir como mi garganta se hacía un nudo y yo trataba de guardarme el llanto.
Le miré como reclamando sus palabras. Ella jamás me dirigió la mirada, estaba demasiado centrada en las reacciones de su hermano y mi prima. En esos momentos quería decirle tantas cosas.
«Jamás me dijiste eso, mamá» «Cuando viste el folleto me miraste con asco» «No tenías por qué decir eso» «¿Mi voz en serio suena tan mal?» «¿Canto tan horrible?» «Cómo se supone que elija algo si todo está mal»
Pero me quedé en silencio mientras intentaba no hablar. Porque una niña educada no alza la voz de esa manera ni interrumpe. Porque si hablaba… No iba a frenar de hablar y si no frenaba de hablar… No iba a poder salir de ahí.